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Elaboración Carlos I

DESCUBRE UN BRANDY CON ESPÍRITU Y ALMA

En el mundo existen infinidad de bebidas espirituosas. Pero pocas, realmente muy pocas, pueden ser consideradas sin duda alguna como espirituosas Premium de nivel internacional. Considerado un espirituoso noble, elaborado a partir de uva y envejecido mediante el fascinante sistema dinámico de criaderas y solera en barricas de roble americano que previamente han envejecido los mejores vinos de jerez, Carlos I es un referente en su categoría.

Nuestro brandy

ORIGEN

Nuestro brandy nace en El Puerto de Santa María, Cádiz, dentro del marco de Jerez. Nuestras bodegas se ubican en el pleno corazón del municipio, un lugar verdaderamente mágico. El área geográfica conforma un microclima regulado por las aguas que lo rodean; el Océano Atlántico, los ríos Guadalete y Guadalquivir, y los vientos predominantes de Levante y Poniente. Estas condiciones meteorológicas juegan un papel clave en la elaboración y envejecimiento de los brandis de la zona de Jerez.

La elaboración de Carlos I comienza con la cuidadosa selección de las mejores uvas con las que se elaboran los vinos a destilar. La destilación se realiza de manera artesanal, discontinua, en alambiques de cobre de 5000 litros de capacidad y en alquitaras de 2500 litros, ubicados todos ellos en nuestra propia destilería. El hecho de que sean de cobre, supone un proceso más lento y de menor rendimiento en destilación. Esta destilación discontinua implica separar las fracciones de destilado que son de menor calidad, denominados cabezas y colas, y solo conservar la parte central de la destilación, el corazón, denominado holanda, que es el componente de mayor calidad y será la base de Carlos I.

Solo así conseguimos el destilado más preciado, fino y delicado: extrayendo las holandas más selectas y con el aroma perfecto para rociar las criaderas y envejecer lentamente el brandy en nuestras botas de roble americano.

LEGADO

Nuestras bodegas, con más de 250 años de historia, son nuestras catedrales. Estos edificios monumentales se construyeron para almacenar los vinos antes de su expedición a ultramar y reciben el nombre de catedrales por su altura, su arquería y la disposición de sus naves. Los muros exteriores están hechos de arenisca o ladrillo, con un espesor de al menos 60 centímetros que ayudan a conservar la temperatura y humedad óptimas. De este modo se evita que haya variaciones en el microclima de la bodega, lo que perjudicaría la calidad de los brandis. Este legado es sin duda nuestro mayor patrimonio.

En el interior de las catedrales, los preciados líquidos de Carlos I envejecen lentamente en las mismas botas de roble americano donde lo hicieron los más selectos Amontillados y Olorosos vinos de Jerez, reconocidas mundialmente como “Sherry Casks”. La edad media de las botas de Osborne es de 50 a 60 años aproximadamente, de los cuales han pasado más de 20 años envejeciendo vinos de Jerez. Así, el brandy se cría con los matices y aromas que aportan estos preciados vinos, forjando una personalidad única e inimitable.

MAESTRÍA

Arte y destreza se combinan en el sistema dinámico de Criaderas y Solera. La mano experta de nuestro master blender, Marcos Alguacil, mezcla con sabiduría los destilados añejos de la solera, incorporándoles destilados jóvenes de aromas frescos de las criaderas, definiendo así la personalidad y carácter de Carlos I.

Este envejecimiento dinámico favorece el ensamble de los distintos componentes aromáticos que se desarrollan, logrando así una armonía de sabores incomparable.

SABOR

El clima, la uva, la madera, la bodega… Son muchos los elementos responsables del sabor único de Carlos I.

El viento de poniente atlántico, húmedo y fresco, moldea los sabores más nobles, como los de madera de barco, tierra mojada y tostados. El viento seco y racheado de levante aporta aromas mediterráneos como la piel de naranja, el mimbre, el vino viejo, los albaricoques y la ciruela.

La crianza en nuestras botas, que han contenido los más selectos olorosos y amontillados vinos de Jerez durante más de 20 años, otorgan a Carlos I su sabor inigualable. El amontillado le aporta finura y sabores almendrados y avellanados, mientras que el oloroso lo enriquece con aromas a nuez, roble viejo y mayor tanicidad, alcanzando así el bouquet, el sabor noble y elegante de nuestros brandis.

Todo, sumado y combinado en perfecta armonía crea nuestro excepcional brandy.